Nana Bloop es la versión monstruo de ese “¿sí estás comiendo bien?” lleno de cariño. Técnicamente no es una abuela, pero emocionalmente… es la abuela de todos. Está hecha de abrazos, snacks de emergencia y una necesidad incontrolable de asegurarse de que no tengas frío.
No pide mucho. Solo que la dejes hacer todo por todos en silencio mientras finge que está perfectamente bien. La encontrarás al fondo de tu vida, cosiendo redes de seguridad a mano y etiquetando tuppers con una pasivo-agresividad muy dulce. No quiere atención—solo quiere saber que estás abrigado, hidratado, emocionalmente contenido y que tus zapatos no se están cayendo a pedazos.
Su lenguaje del amor es hacer cosas por los demás, seguido muy de cerca por preocuparse en exceso y dejarte una cazuela sin haberla pedido. No te dirá cómo vivir tu vida… solo se quedará detrás de ti ajustando tu bufanda mientras murmura que “el clima se siente como traición.”
Debajo de ese exterior suave y cuidadoso hay una columna vertebral de acero. Nana Bloop puede parecer que pertenece a una tacita de té, pero no confundas su ternura con debilidad. Ella recuerda todo. Cada pequeño desaire. Cada mensaje que no respondiste. Claro que te perdonó en el momento. Pero lo recuerda.
Emocionalmente, Nana Bloop es una fortaleza hecha de encaje. Ella se encargará de todos antes de dejarse caer. Si le preguntas “¿Estás bien?”, te va a sonreír, te entregará un termo con sopa y te dirá: “Estoy bien, cielo. Pero dime tú, ¿cómo estás de verdad?”
Ella vive de la rutina, la tradición y de esos hábitos que huelen a galleta recién horneada. Los cambios la alteran, y llora productos descontinuados como si fueran mascotas perdidas. Pero si tú llegas, si eres amable, si le permites doblar tu ropa en silencio mientras te da consejos de vida disfrazados de plática sobre el clima—te va a querer por siempre.
Y si alguna vez lastimas a alguien que le importa… solo debes saber que debajo de ese suéter de lana hay una guerrera de lealtad pura que te destruirá con toda la educación del mundo.