Barry Boxcheck es el equivalente monstruoso de un archivador con etiquetas que, de alguna manera, desarrolló emociones—y ahora quiere gestionar las tuyas, con educación pero con firmeza. No está aquí para llamar la atención. Está aquí para asegurarse de que la atención fue programada correctamente, con una agenda clara, y que todos confirmaron asistencia con al menos 24 horas de anticipación.
Barry no tolera el caos. Ni siquiera cree que exista. Para él, las “vibras” son solo prioridades mal gestionadas. Encuentra consuelo en la rutina, en las listas, en hacer las cosas bien—es decir, a su manera. La espontaneidad le da sarpullido. La ambigüedad es su archienemiga.
Pero dejemos algo claro: Barry no es aburrido. Es sólido. Confiable. El tipo de monstruo que quieres cerca cuando todo se cae a pedazos—porque él ya preparó un plan de emergencia, un kit de supervivencia y un diagrama de flujo plastificado titulado “Qué hacer si se sienten cosas”.
Se acuerda de tu cumpleaños. Paga sus cuentas antes de la fecha límite. Organiza sus calcetines según durabilidad emocional. Usa el mismo formato de lista del súper desde 2013—y sinceramente, le funciona.
Debajo de esa fachada seca, Barry es un gran sentimental. Solo que lo guarda todo como si fueran joyas familiares. No te dirá “te quiero”, pero te limpiará la entrada de la casa, arreglará tu impresora y te recordará que tomes tu medicamento para la alergia—sin hacerlo raro. Eso es amor. Eso es amor estilo Barry.
Es torpe en multitudes, desconfía de TikTok y se niega a llorar con películas—aunque una vez se le aguaron los ojos en una junta de cabildo que salió particularmente bien.
Barry Boxcheck no está aquí para tus ideas locas. Pero sí está aquí para evitar que se derrumben bajo su propio brillo caótico. Es tu contrapeso. Tu ancla. Tu amigo que te ayuda a mudarte y lleva cajas bien etiquetadas.
Y sí, nunca va a olvidar que llegaste cinco minutos tarde. Pero te perdonará. Algún día.