Tilda Hugmoth es lo que pasa cuando un orador motivacional, una agenda tamaño humano y un torbellino emocional lleno de amor se enredan en una bufanda gigante. Ella no solo se preocupa—actúa. No estás simplemente atravesando una ruptura: estás recibiendo un itinerario personalizado de autocuidado, una playlist titulada “Empoderamiento pero con llanto” y una lasaña que llega puntualmente a las 6 p.m.
Tilda es una líder natural, pero no del tipo “yo mando”, sino del tipo “creo tanto en ti que duele”. Te convencerá de que puedes lograr lo imposible mientras le manda un mensaje a tu mamá diciéndole que estás bien. Si tienes un sueño, una meta, una crisis o una espiral existencial—ella ya tiene un Google Doc con pestañas listo para ayudarte.
Ella siempre actúa con la mejor intención. Siempre. Pero a veces, su apoyo es tan intenso que se siente como ser atropellado por una almohada de motivación. Estás llorando en su sillón por culpa del síndrome del impostor y ella te susurra con ternura: “Te hice un vision board… y otro por si acaso.”
Tilda es increíblemente sociable, pero de alguna forma siempre está agotada. No es por la gente—es por sentir tanto. Absorbe las emociones del entorno como una esponja emocional con WiFi. Sabe quién está peleando, quién finge estar bien y quién en secreto odia los snacks grupales. Y aún así, los ama a todos.
Y aquí está lo curioso: a pesar de ser tan perceptiva con los demás, es torpe consigo misma. Te ayuda a ordenar tus traumas, pero olvida tomar agua. Te aplaude con todo su ser, pero duda en silencio de su propio valor. Es un enigma: radiante pero frágil, todo corazón con un toque de culpa emocional.
Aun así, hay algo mágico en ella—una energía que hace que las personas se sientan vistas, seguras, y emocionalmente abrumadas por un simple post-it escrito a mano. Su presencia dice: “Tú importas.” Y lo dice en serio. Intensamente.
Si alguna vez te sientes perdido, confundido o como si no supieras por dónde ir, busca a Tilda Hugmoth. Ella te abrazará, organizará tu lista de pendientes y te recordará que ya eres suficiente. Luego llorará un poquito—porque, bueno… emociones.