Lo que esto dice sobre ti
Tu mente es un laberinto de preguntas—curvas, autorreferenciales y siempre en proceso de edición. Vives en bucles, en notas al margen, en experimentos mentales que no siempre llegan a un destino claro, pero que igual importan. No siempre terminas tus frases, no porque te pierdas, sino porque ya estás pensando en la siguiente.
No necesitas una resolución. Necesitas posibilidades. Ahí vive tu pasión.
Probablemente te han llamado distante. Desconectado. Perdido en tu cabeza. Pero dentro de esa cabeza hay una urgencia silenciosa: entender. Entender de verdad. Lo que pasa es que eres… curioso. La curiosidad no es un camino para ti—es tu hábitat natural. No “llegas” a las respuestas. Solo las visitas, asientes con respeto, y sigues explorando.
Y cuando algo finalmente hace clic—cuando la lógica encaja o la contradicción se resuelve justo como debe—se siente como llegar a casa.
Pero incluso en tu deambular mental, hay una intensidad tranquila. Puede que la gente no siempre lo note, pero cuando te clavas—en una idea, un problema, una obsesión—te vuelves un laboratorio mental de una sola persona. No eres ruidoso. No eres llamativo. Solo eres incansable en tu búsqueda de algo que nadie más sabía que faltaba.
No dejes que nadie confunda tu duda con desinterés. Te importa mucho. Solo necesitas el espacio para demostrarlo a tu manera—sin reloj, sin reflector, y ojalá con un snack cerca. No necesitas ser explicado. Solo necesitas espacio para explorar. Y tal vez alguien que te recuerde que tienes que almorzar.